Cada vez que se inicia un nuevo año académico en la Universidad Central de Venezuela, suelen suscitarse polémicas con ciertos temas recurrentes. Uno de los asuntos más discutidos concierne al cobro de 900 bolívares para el proceso de inscripción de los estudiantes. Sin embargo, al analizar las causas que llevan a las instituciones a exigir tal requisito, se comprende que resulta necesario y oportuno. Inclusive, se justificaría un ligero incremento.
A juicio de algunas personas, esta medida es indebida, por cuanto contraviene lo establecido en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en cuanto a la gratuidad de la enseñanza. Si bien están en lo correcto desde el punto de vista legal, el dinero cobrado por alumno es ínfimo. Esos recursos ayudan a la universidad a compensar parcialmente el escaso presupuesto proveniente del Poder Público.
Asimismo, se deben considerar las deficientes condiciones en que se encuentran las instalaciones físicas de estos lugares de estudio, donde se carece de recursos mínimos para la vida estudiantil. Estos problemas se extienden a los sistemas de información, muebles, materiales de enseñanza, entre otros. Para que las autoridades competentes puedan subsanar estas dificultades, necesitan más ingresos que provengan de la matrícula.
Evidentemente, hay que recordar que en las universidades públicas estudian personas de diferentes niveles socioeconómicos, por lo que el incremento debe hacerse tomando en cuenta las posibilidades de todos los estudiantes, es decir, sin que esta disposición limite el derecho al estudio de las clases más bajas.
Cuando se comparan las universidades públicas con las privadas, se observa que la calidad es muy similar con respecto al conocimiento que dan a sus alumnos universitarios. Las ventajas estructurales de la mayoría de los centros educativos privados no se encuentran en la responsabilidad de los dirigentes, sino en las altas sumas de dinero que exigen a quienes se inscriben. Por tal razón, para equiparar la infraestructura de las instituciones de carácter público, se hace necesario complementar los presupuestos provenientes del Estado con un cobro de matrícula razonable, accesible para todos y ajustado a la situación económica de nuestro país.
Solo con la aplicación de medidas correctas, como la mencionada, se podrá superar la situación actual de los centros de estudio públicos. De lo contrario persistirán los problemas y, al final de todo, los grandes perjudicados serán los estudiantes, quienes tendrán que ingeniárselas para lidiar con deficiencias que no merecen y que no son su culpa.