Cuando se hace referencia a la palabra Casablanca, más de uno piensa primero en la película del mismo nombre que en la ciudad marroquí. Ese pequeño detalle basta para demostrar la gran fama adquirida por este filme norteamericano de 1942, hasta el punto de convertirlo en uno de los clásicos de la cinematografía mundial.
Su popularidad es producto de diversas características que se salían de lo común en el género de las películas románticas. Si bien la trama, en principio, representa la acostumbrada historia de amor, en realidad ésta incluye una serie de elementos que rompen con los esquemas habituales.
La primera característica distintiva de “Casablanca” se encuentra en sus personajes, en especial en Rick, el dueño de Rick’s Café. Sus continuos negocios fuera de la ley lo convierten en un antihéroe, ya sea vendiendo salvoconductos a los visitantes para huir a Estados Unidos de la guerra o permitiendo que el Capitán Renault salga beneficiado engañosamente en los juegos de azar. Asimismo, la manera en que recibe a Ilsa y se niega en un primer momento a ayudarla lo muestra como un hombre vengativo y rencoroso. Su contraparte femenina también se sale de lo tradicional, ya que en más de una ocasión se la ve actuar en forma impulsiva. En un momento, abandona al protagonista sin darle una razón, aunque le había prometido que se marcharían juntos a la ciudad árabe, y después amenaza con un arma a su amante parisino para arrebatarle el permiso de huida al nuevo continente.
En relación a la trama, también es posible encontrar elementos que rompen con lo esperado en este tipo de filmes. Uno de ellos se encuentra en la resistencia que opone Rick a entregarle el salvoconducto a Ilsa y a su marido, llegando a preferir su estadía permanente en la zona que su partida a América, lejos de él. El otro radica en el final, cuando los amantes terminan tomando rumbos separados: él se queda en territorio árabe y hace amistad con el Capitán Renault y ella se marcha a América en compañía de su esposo. Más allá de lo melancolía transmitida por la despedida en el aeropuerto, ambos personajes deciden aceptar la separación definitiva, pese al dolor que ésta les causa.
La música toma un papel fundamental en la historia, estando personificada en la figura de Sam, el pianista del Rick’s Café. De entre todas las melodías tocadas por el pianista, destaca la canción que los protagonistas asociaban con su romance en Paris. Desde un primer momento, el dueño del café se opone a escucharla, cambiando de idea sólo cuando reaparece Ilsa, representando el resurgir de sus sentimientos y recuerdos hacia ella.
Con relación a la iluminación y ambientación de las escenas, es de destacar que ambos elementos se utilizan para realzar los sentimientos de cada personaje. Durante la lectura de la carta donde Ilsa le anuncia a Rick que no lo seguirá hasta Casablanca, la lluvia borra la tinta del mensaje, con lo que se acentúa el tono dramático del momento. Otro evento que evidencia dicho manejo se observa en la segunda visita de la mujer al café. Con su entrada, la escena se ilumina ligeramente. En este caso, el objetivo parece ser destacar la importancia que ella aún tiene en la vida de Rick.
Tomando en cuenta lo expuesto, es posible entender por qué “Casablanca” es considerada un clásico del cine, en especial al recordar que sus personajes e historia abandonaron buena parte de los lugares comunes del género romántico.