Comunicación política y Twitter: un análisis desde la arqueología de medios

2022

La especificidad y el éxito de Twitter pueden resumirse en cinco características esenciales: su libertad temática, la naturaleza pública de sus espacios, su brevedad, su inmediatez y su popularidad. Los dos primeros factores permiten comprender por qué esta red de microblogging opera desde hace años como una suerte de ágora virtual, donde los temas de mayor interés para el colectivo —cualesquiera que sean éstos—, generan discusiones de gran magnitud, las cuales dan cabida a la intervención de numerosas voces y no requieren que los participantes se conozcan o armen extensas listas de contacto. Entretanto, los últimos tres factores contribuyen a explicar la rapidez con que estas conversaciones masivas pueden llegar a ganar tracción: cualquier tema que logre trascender la atención de individuos o grupos pequeños tiene el potencial de arrastrar, de una forma casi inevitable, la atención de una cantidad enorme de usuarios que —en cuestión de segundos— pueden sumarse a la discusión con tan sólo enviar un mensaje que no rebase los 280 caracteres. 

Ahora bien, cuando se reflexiona acerca de las plataformas de redes sociales, incluso entre los expertos en la materia, suele haber una tendencia a hacer hincapié en su carácter esencialmente diferente de todos los medios que las han precedido. De buenas a primeras, no cabe duda de que ese enfoque se ha traducido en hallazgos significativos, dignos de ser valorados en su justa dimensión. Sin embargo, toda tentativa de escudriñar en las constelaciones mediáticas del presente requiere, en la misma medida, una disposición a encontrar aquello que vincula a estos espacios digitales con tecnologías desarrolladas en el pasado. Ello implica aproximarse a lo inmediatamente anterior, pero también a periodos aún más remotos en el tiempo, con plena disposición a correr riesgos y toparse con callejones sin salida.

El propósito del presente ensayo consiste en explorar, de manera abierta y sin ánimos de exhaustividad, algunas de las condiciones de posibilidad que se han expresado en la materialidad de medios surgidos antes de la masificación de internet y que han acabado resurgiendo en Twitter. Como puede inferirse a partir del primer párrafo, se procurará hacer énfasis en su utilización con fines argumentativos, particularmente cuando se aborden temas políticos, sin dejar de lado otros hallazgos de interés. Esta elección se debe a que la política suele ser, por naturaleza, uno de los aspectos de la vida social que tiene mayores repercusiones en toda la ciudadanía y, por tal motivo, tiende a dar pie a debates de gran alcance en términos de participación pública.

La arqueología de medios brinda un enfoque apropiado para llevar a cabo el análisis propuesto, en especial la perspectiva de Zielinski (2011), quien invita al arqueólogo a descubrir lo nuevo en lo viejo y a desechar toda noción que asocie el paso del tiempo con el progreso. Se trabajará con tres medios y tres cortes: el grafiti en la Antigua Roma, la propaganda política impresa en el siglo XX y los mensajes de texto a inicios del siglo XXI.

 

El grafiti en la Antigua Roma

Antes de explorar las particularidades del grafiti en el periodo seleccionado, conviene hacerse una idea de lo que representa este medio de expresión. Etimológicamente, la palabra grafiti procede de la voz griega graphein, que puede traducirse como garabatear, dibujar y escribir, y, posteriormente, derivó en el vocablo italiano graffiare. El grafiti puede ser definido como un medio destinado a la expresión de ideas a través de incisiones o trazos de pintura que dejan una marca en superficies pertenecientes al espacio público. De esta manera, el creador de la obra consigue generar un impacto en los transeúntes, ya sea desde el punto de vista emocional o afectivo. Camargo (2008) complementa esta definición destacando el hecho de que estos mensajes cuestionan al ciudadano y lo llevan a sentir inquietud. Cabe destacar que esta definición se adecúa a nuestra manera de entender este medio hoy en día, así que no necesariamente refleja cómo funcionaba en otras épocas.

Actualmente, el grafiti tiende a ser asociado con los movimientos contraculturales y antisistema, contrarios a los valores preponderantes o hegemónicos. «El graffiti, por naturaleza instaurado sobre el lomo de una prohibición […], ya nace con ciertas exclusiones que lo condicionan a una circulación más restringida y a cierto ideario particular» (Russo, citado por Camargo, 2008). Sin embargo, debe matizarse esta manera de entender el grafiti, ya que no todos estos mensajes son fruto de esa intencionalidad, como, por ejemplo, aquellos que sólo hacen saber que una persona ha estado en un lugar concreto. Otro elemento a tomar en cuenta a propósito del grafiti es el factor estético, que varía de un caso a otro y puede llegar a constituir la principal o única razón por la cual su creador se dispuso a elaborarlo en un primer momento.

Hechas las explicaciones de rigor, podemos proceder a adentrarnos en las particularidades del grafiti en los tiempos de la Antigua Roma. El sitio arqueológico de Pompeya ofrece numerosas muestras de esta práctica, tanto fuera como dentro de las edificaciones, donde se registran contenidos muy diversos, incluidos poemas, números y dibujos. Otro lugar que ha arrojado luz sobre el particular ha sido Dura, un pueblo localizado en el cercano oriente romano, cuyos hallazgos revelan una peculiaridad que contrasta con nuestro entendimiento del grafiti a partir de nuestra perspectiva moderna: el propio ejército romano dejaba marcas en el ambiente urbano como muestra de su control de un territorio en un momento dado, hecho que indica que constituía una práctica común incluso para los propios representantes del poder (Baird y Taylor, 2010).

Como ya se indicó, a esta forma de comunicación se le daban diversos usos en ese entonces. Esto también sucede en la actualidad. La política también formaba parte de los temas que se abordaban a través de estos mensajes dejados en los espacios comunes, lo cual ha quedado documentado gracias a los textos de Suetonio, Plutarco, Cicerón y otros historiadores de la Antigüedad, cuyo interés se centra mayoritariamente en las críticas dirigidas contra los emperadores romanos. Según estas fuentes, los autores de estos grafitis apostaban por maximizar la proximidad sinecdóquica hacia su objetivo, lo cual llevaba a los romanos a hacer uso de los elementos visuales representativos del poder que encontraban en el espacio urbano, como, por ejemplo, las estatuas del emperador o la sede de un tribunal pretoriano (Baird y Taylor, 2010).

También se hacía uso del grafiti con fines electorales, como lo dejan en evidencia los hallazgos hechos en Pompeya de los que ya se habló. Destaca el hecho de que la elaboración de estos mensajes corría a cargo de trabajadores especializados, a los que se les pagaba por su trabajo, así que no resulta extraño conseguir programmata pompeyana donde se hace explícito quién estuvo a cargo de su elaboración. Su diseño confirma la hechura profesional detrás estos trabajos: las letras se distinguían por su tamaño, siendo capaces de alcanzar hasta las 18 pulgadas, y por su distintiva apariencia extravagante. Esto contrasta con otros tipos de grafitis presentes en la ciudad, caracterizados por sus letras pequeñas y una apariencia que los hace parecer informales e improvisados. En cuanto al contenido de los grafitis de corte profesional, constaban, por lo general, del nombre del candidato, acompañado de fórmulas abreviadas que aludían al proceso electoral. Eso no impedía, sin embargo, que algunos de los pintores se tomaran ciertas licencias (Milnor, 2014).

 

La propaganda política impresa en el siglo XX

Para efectos de esta parte del trabajo, denominamos propaganda política impresa a todo recurso material, del tamaño que sea, constituido por textos y normalmente acompañado de imágenes, que se utiliza para promover los intereses de un sector político. Dentro de esta categoría cabrían los volantes, las vallas publicitarias, los folletos, etcétera. Debido a la vastedad de la propaganda política impresa que circuló durante el siglo XX, hace falta efectuar cortes adicionales para poder explorar estos recursos mediáticos de mejor manera. En tal sentido, se optó por explorar tres momentos: la propaganda nazi en Colombia entre 1937 y 1940; la propaganda electoral durante la transición a la democracia española, específicamente la que fue producida para las elecciones generales de 1977 y 1979; y los panfletos empleados por la disidencia como herramienta de lucha en los tiempos de la dictadura chilena (1980-1990). Aun cuando las diferencias existentes entre estos tres casos son marcadas, no cabe duda de que también habrá hallazgos comunes, a partir de los cuales podremos hacernos una idea aún más clara de las conexiones que se pueden establecer entre este heterogéneo conjunto de medios y Twitter.

En los años previos al estallido de la Segunda Guerra Mundial y durante el desarrollo del conflicto, la propaganda nazi llegó a hacerse presente en numerosas partes del mundo, incluso en Colombia. La finalidad de estos materiales impresos, entre los que se encontraban volantes, folletos, revistas y otros documentos, iba dirigida a mostrar una imagen favorable del gobierno alemán de aquellos tiempos. De acuerdo con Lázaro (2020), su contenido giraba en torno a discursos y textos de líderes del nazismo o de autores que simpatizaban con dicho movimiento. Adicionalmente, destacaba los supuestos aspectos positivos del ascenso de Adolf Hitler en Alemania, defendía las acciones de ese país a nivel internacional y cuestionaba el imperialismo de los adversarios. Cabe acotar que no sólo se trataba de publicaciones elaboradas en territorio colombiano, ya que una parte procedía de otros lugares del mundo. Se caracterizaban por tener una extensión corta o mediana, estar escritas en español y adoptar un estilo sencillo. Esto era complementado a menudo con la inclusión de imágenes para llamar la atención y conseguir que los mensajes fueran transmitidos de manera directa.

En el caso de la transición a la democracia en España, tomamos como punto de referencia los aportes de Pacheco y Pérez (2004), quienes centran su interés en la publicidad exterior. Hasta el año 1975, la función de la valla publicitaria estaba reducida a la oferta de productos y servicios, así como a la promoción de campañas de carácter social y religioso. Lo único que calificaba como político eran los mensajes concebidos para reforzar el discurso ideológico promovido por la dictadura de Francisco Franco. Todo esto cambió durante la transición a la democracia, pues se convirtió abiertamente en un vehículo para la propaganda electoral, valioso porque hace posible una presencia continua en el espacio urbano y permite aproximarse a una audiencia de carácter masivo e indiscriminado. La cartelería de menor dimensión también fue muy aprovechada por parte de los partidos políticos en el periodo considerado, hasta el punto de cubrir el entorno urbano de una manera profusa. En el proceso electoral de 1977, ambos tipos de medios tendían a enfatizar la imagen del candidato. Para Pacheco y Rueda (2004), esto puede comprenderse si se toma en cuenta el hecho de que la ciudadanía no conocía a una parte de los candidatos.

En Chile la propaganda política impresa en los tiempos de la dictadura de Augusto Pinochet formó parte de las herramientas empleadas por la resistencia para oponerse al sistema político imperante en esa época y luchar por su transformación. Fuenzalida y Sierralta (2016) señalan que la producción de los panfletos se veía condicionada por un par de factores: los limitados recursos disponibles y el contexto de clandestinidad en el que se desarrollaba la actividad. En cuanto al diseño, se apostaba por «la generación de un mensaje conciso y necesariamente convocante en algún sentido» (Fuenzalida y Sierralta, 2016: 105). Además de la producción del material, el proceso de difusión también traía consigo dificultades, así que optaba por la circulación restringida y pública. Lo primero suponía la entrega de los panfletos mano a mano, teniendo cuidado de ocultarlos en bolsos y mochilas. Lo segundo, entretanto, implicaba repartirlos en actividades específicas, como, por ejemplo, cuando los disidentes organizaban barricadas. A pesar de esos contratiempos, se trataba de una alternativa informativa eficaz, impulsada por formas organizativas que surgieron de manera espontánea.  

 

Los mensajes de texto a inicios del siglo XXI

El servicio de mensajes cortos, mejor conocido como SMS (short message service), puede ser definido como un sistema que permite el envío de textos entre los suscriptores de telefonía móvil. Cada vez que un usuario hace uso de este sistema, el celular no remite el mensaje directamente al destinatario, sino que lo hace llegar a un punto intermedio, el SMSC (short message service center), que se encarga de almacenarlo y dirigirlo al receptor cuando esté en la red. La llegada al SMSC se hace efectiva a través de un enlace inalámbrico y a través de una antena de telefonía móvil. El propio sistema intermedio dispone, por lo general, de un tiempo límite, que define por cuánto tiempo será almacenado el texto, aunque los usuarios pueden especificar usualmente si quieren que ese lapso sea más breve. De acuerdo con Brown, Shipman y Vetter (2008), las funciones típicas de los SMS eran, por aquel entonces, además del envío de mensajes de persona a persona, la oferta de servicios de información interactivos, de entretenimiento y basados en la ubicación. Igualmente, cumplían funciones de utilidad para las corporaciones y las propias operadoras de telefonía celular.

Al igual que en el caso de la propaganda política impresa, es menester seleccionar casos concretos para poder abordar el tema de los SMS de manera adecuada, por cuanto el uso de esta tecnología tuvo un alcance global y su impacto no fue necesariamente el mismo en todos lados. En esta oportunidad, se trabajará con los siguientes tres cortes: el uso de los mensajes de texto en China durante la primavera de 2003, conocida como «la primavera de las mascarillas»; en Filipinas, tomando como punto de referencia una investigación del año 2004; y en Australia, en el transcurso del mes de diciembre de 2005. Todo esto nos permitirá hacernos una idea de algunos de los modos como los SMS fueron utilizados a inicios del siglo XXI y antes del surgimiento de Twitter.

En la primavera de 2003, China lidiaba con la aparición del SARS (Severe Acute Respiratory System), lo cual coincidió con el crecimiento acelerado de la cultura del teléfono móvil. Todo comenzó con rumores que circularon por la ciudad de Guangzhou a través de los usuarios de estos aparatos, poco antes de las celebraciones de Año Nuevo. De hecho, el primer diario que cubrió el tema partió de un mensaje de texto anónimo. La información, centrada mayormente en la naturaleza del virus y en maneras de evitarlo, se propagó antes de que la prohibición de reportar sobre el SARS se hiciera efectiva. Pero esa medida de control no impidió que, a través de este medio, circulara diariamente información sobre la epidemia no sólo en Guangzhou, sino en todo el país, y perduró hasta el final del periodo de censura, es decir, hasta el 20 de abril de 2003. Para Yu (2004), esta circulación alternativa de contenido fue posible gracias al surgimiento de una extensa red virtual que pasó de familiares y amigos hacia todos los demás usuarios de teléfonos móviles.

El caso filipino aborda un tema muy distinto, relacionado con los servicios basados en SMS y su utilización por parte de las instituciones oficiales filipinas. En líneas generales, la tecnología de los SMS estaba siendo aprovechada por el Gobierno de diversas maneras, incluso para mejorar las propias operaciones internas y relacionarse de manera más eficaz con sus ciudadanos. Rempillo (2004) señala que, en esa época, la población ya no necesitaba utilizar el correo tradicional ni el telegrama para hacerse oír, pues tenían los mensajes de texto a su disposición, Sin precisar si su enumeración es exhaustiva o parcial, Rempillo (2004) menciona tres casos donde el vínculo entre el Gobierno y los ciudadanos, mediado por esta tecnología, resultaba palpable: el combate del crimen, la protección del medio ambiente y el manejo de la pandemia de SARS que preocupaba al mundo en ese momento. 

Para cerrar, nos referiremos al caso australiano. El 11 de diciembre de 2005, estallaron unos disturbios de naturaleza racial en Cronulla, un suburbio de Sidney, los cuales se prolongaron por varios días. Cientos de personas se reunieron con el propósito de amenazar o agredir a todo aquel que, a su juicio, tuviera rasgos árabes. Cabe señalar que, antes de los disturbios y durante su desarrollo, circularon en Sidney y en otros estados del país SMS abiertamente racistas, que, entre otras cosas, alentaban a los australianos blancos a cometer actos de violencia. A raíz de estos hechos, el discurso de los medios tradicionales se centró en la incidencia de los mensajes de texto en la generación y prolongación del conflicto. Sin embargo, en opinión de Goggin (2006), no hay suficientes elementos para determinar hasta qué punto los mensajes de texto fueron clave en la concepción y coordinación de los hechos violentos en cuestión. Más allá de esta advertencia del autor, no puede negarse su aprovechamiento por parte de estos grupos extremistas.

 

Conclusiones

Una vez que hemos examinado algunas de las maneras en que el grafiti, la propaganda política impresa y los mensajes de texto fueron utilizados en distintos lugares y momentos, procurando hacer hincapié en los hallazgos relacionados con la argumentación política, estamos en condiciones de establecer los puntos comunes que vinculan a cada uno de estos tres medios con Twitter.

El caso del grafiti en la Antigua Roma permite encontrar varios elementos compartidos con la referida plataforma. A grandes rasgos, ambos medios ofrecen a los usuarios de sus respectivas épocas la posibilidad técnica de abordar cualquier tema en un espacio público y compartir así sus ideas con otros; esto se ve matizado, naturalmente, por las restricciones que las autoridades de diversos tipos pueden llegar a imponer en términos de censura. En segundo lugar, los dos constituyen canales favorables para la difusión de mensajes oficiales y la promoción de candidatos para algún cargo determinado, sin que ello vaya en desmedro de su uso por parte de otras personas o grupos. Por último, la propensión de los adversarios de los emperadores e instituciones oficiales a asociar sus palabras con elementos visuales representativos de aquello a lo que se oponen remite a una de las opciones emblemáticas de Twitter: la posibilidad de criticar el tuit de un político respondiéndole directamente y enlazando su mensaje así al discurso propio. 

También hay semejanzas entre la plataforma de redes sociales mencionada y la propaganda impresa del siglo XX. Para empezar, los dos medios corren el riesgo de ser instrumentados por parte de sectores extremistas, pero, al mismo tiempo, pueden convertirse en mecanismos para la promoción de movimientos democráticos opuestos a la censura; esto se concatena con el primer punto desarrollado en el párrafo anterior. Se observa a su vez que el contenido de estas tecnologías contrastadas no necesariamente está circunscrito al ámbito local, sino que puede provenir de lugares remotos, incluso desde el extranjero, estableciéndose, de esta manera, vínculos entre personas que están distanciadas geográficamente pero pueden llegar a compartir ciertos intereses. Para finalizar, en los ejemplos analizados se encontró por igual un énfasis en la elaboración de mensajes concisos y breves, precisamente uno de los rasgos más emblemáticos de Twitter.

A la hora de comparar los mensajes de texto con la red de microblogging, acabamos encontrando menos hallazgos y más elementos recurrentes, es decir, elementos que también pudimos encontrar al efectuar el mismo ejercicio con el grafiti y la propaganda impresa. Entre estos se encuentran la utilización de estos medios por parte de instituciones oficiales y movimientos con ideologías extremas, lo cual vuelve a poner sobre el tapete el tema de la diversidad de contenidos. También reaparece lo relativo a la explotación de estos medios como un recurso para contrarrestar las medidas de censura impulsadas por quienes ejercen el poder. Además de eso, se puso de relieve que ambos medios trajeron consigo un desplazamiento desde un tipo de tecnología hacia otra, como lo ilustra el ejemplo relativo a Filipinas, pues Twitter llegó a tener un efecto similar, al menos en el ámbito informativo.

Ahora bien, ¿qué nos dice todo esto acerca de Twitter? ¿Y qué nos revela a propósito de los medios en general? De entrada, hay que señalar que la naturaleza de la famosa red social no es fruto de una ruptura con todo lo que ha existido antes en términos de medios, sino que sus características distintivas ya han formado parte de las condiciones de posibilidad de otros medios en el pasado. Cambian las formas en que estos rasgos se expresan de manera concreta, pero lo fundamental perdura. Esto ratifica lo señalado en el primer párrafo acerca del error que suponía quedarse solamente con el carácter novedoso de este servicio de microblogging y pasar por alto lo recurrente. En términos más generales, lo planteado nos permite constatar que, por encima de sus ventajas indiscutibles, las lecturas cronológicas de la historia de los medios invisibilizan aquellos procesos ajenos a la linealidad y que resultan uno de los mecanismos esenciales para esclarecer los modos en que estas tecnologías han contribuido a dar forma a nuestra vida en sociedad.

 

Fuentes consultadas

Baird, Jennifer; y Taylor, Claire (2011). Ancient Graffiti in Context. Nueva York, Estados Unidos: Routledge.

Brown, Jeff; Shipman, William; y Vetter, Ron (2008). SMS: The short message service. Computer, 40(12), 106-110.

Camargo, Alex (2008). El graffiti: una manifestación urbana que se legitima [en línea] (trabajo escrito). Buenos Aires, Argentina: Universidad de Palermo.

Goggin, Gerard (2006). SMS Riot: Transmitting Race on a Sydney Beach, December 2005: The Politics of Transmission. M/C Journal, 9(1).

Fuenzalida, Nicole; y Sierralta, Simón (2016). Panfletos y murales: la resistencia popular a la dictadura chilena (1980-1990). Revista de Arqueología, 29 (2), 96-115.

Lázaro, Andrés (2020). Nazismo en pequeñas dosis: folletos de propaganda impresa pro-nazi circulando en Colombia, 1937-1940. Historia y comunicación social, 25(1), 251-264.

Milnor, Kristina (2014). Graffiti and the Literary Landscape y Roman Pompeii. Reino Unido, Oxford: Oxford University Press.

Pacheco, Marta; y Pérez, Pablo (2004). La propaganda electoral impresa durante la transición [en línea] (trabajo escrito). Valladolid, España: Universidad de Valladolid.

Rempillo, Jayce (2004). SMS, Business, and Government in the Philippines. ICT4D Monograph Series.

Yu, Haiqing (2004). The power of thumbs: The politics of SMS in urban China. Graduate Journal of AsiaPacific Studies, 2(2), 30-43. Zielinski, Siegfried (2011). Arqueología de los medios. Hacia el tiempo profundo de la visión y la audición técnica. Bogotá, Colombia: Universidad de los Andes.

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