4 de octubre de 2008
El reto de abarcar el horizonte nacional en el vistazo de unas fichas del tamaño de una fotografía. Eso es lo que se propone Xiomara Jiménez con su “Serie Paisaje Muerto”, puesta en la mirada del público en la Galería de Universitaria de Arte con el apoyo de la Dirección de Cultura de la Universidad Central de Venezuela. Conseguir el objetivo no resulta tarea fácil, pero la artista no titubea a la hora de seleccionar aquellos pictogramas más representativos del sentir criollo.
La elección realizada por Jiménez toca una variedad de temas, temporalidades e íconos que buscan ensanchar la óptica de este panorama lo máximo posible. Para ello, la artista egresada de la Escuela de Arte Cristóbal Rojas no duda en trasponer la silueta de peces con el sufrimiento de un militar tomado por los brazos de un sacerdote.
Identidad plastificada
Las decenas de piezas del trabajo gráfico son evocadas en el recuadro de una cartulina blanca, protegida por medio del mecanismo de la plastificación, en una clara imitación de la cédula de identidad venezolana. En cierta forma, la artista nos pone de lleno frente a nuestro ser artístico nacional.
Impresas en blanco y negro, la artista le otorga vivacidad y dinamismo a las estampas, a través de pinceladas de acuarela de distintas tonalidades. En algunos casos, los colores aminoran la agresividad de la representación. En otros, constituye un mecanismo para resaltar la violencia de la situación.
En las paredes de la galería, los grabados son ubicados en hilera uno al lado del otro en una secuencia caótica, tal como las ideas de un país que no ha logrado organizarse ni poner límites a sus conflictos internos.
Reflexiones en un muro
“Cada paisaje está encapsulado, asume el cuerpo de un carnet detrás de una capa plástica que lo congela, de una cinta que remite su transportación de oficina en oficina, confiriéndole la autoridad y la identificación oficial que este país ha asumido como la única forma de sobrevivencia”, describe Carlos Palacios, crítico de arte, en una cita trazada en los muros de la pared, así como empleada en el folleto promocional de la exposición.
“Cuando el país se puede verter en un molde, cuando la gente queda atrapada en una pose, cuando el paisaje se coagula en una estampa, cuando nadie se mueve, cuando todo se cuadricula, se solidifica y se repite con el mismo formato, hemos perdido la memoria y el presente no nos dice nada”, considera Michelle Ascensio en una frase trazada justo debajo de la fila de obras. De esta manera, el analista pone de relieve la manera en que la igualación de todas las imágenes las equipara y las saca de su contexto original, un esfuerzo de Jiménez por extraer de ellas la esencialidad del perfil venezolano.
Xiomara Jiménez, quien también cuenta con un título universitario de antropóloga, ha participado en actividades culturales de diversa índole a lo largo de su carrera. Entre ellos destacan su proyecto “Niños de la calle” (1999), “Eva en ausencia. El platillo de la balanza” (2000), El lenguaje del duelo” (2002) y “Catia. Geografía de un paisaje” (2005).