25 de febrero de 2010
Escribir a lápiz es como levantar pesas con el índice y el meñique.
Escribir con un bolígrafo es como votar con un miembro de mesa mirón y politizado.
Escribir con un portaminas es como hacer patinaje artistico con botas impermeables en una pista de hielo muy estrecha.
Escribir en una computadora es como tatuar figuras en el lomo pálido de una vaca lechera que, del susto, perdió las pintas negras.
Escribir con una Remington es como agitar la mezcla de un pastel con la primera batidora de la historia de los electrodomésticos.
Escribir en un celular es como cazar mariposas con palitos chinos.
Escribir en un Blackberry es como usar un esmoquin en una fiesta de disfraces de Halloween.
Escribir en un iPod Touch es como comerse un huevo frito de avestruz con una hogaza de pan de sándwich.
Escribir con pintura en aerosol es como fumar a los 16 años en el cuarto de un tío político.
No digo lo que pienso sobre escribir en piedra porque Pedro Picapiedra no tiene Internet en su casa.