Una escultura de emociones en una plaza de intelectos, una pantalla fulgurante en una habitación oscura, una montañita y un torreón en una ciudad difusa.
Un caracol ingrávido surcando un cielo níveo, unos ojitos pícaros que sólo dos han visto, una travesura anhelada ante cámaras inexpresivas.
Una fotografía con un cielo a lo van Gogh, un Limón con un toque de guayaba, un reencuentro con tintes de primera vez.
La excepcionalidad es lo que te define. Y yo, paciente e incesantemente, te busco allí.