Las últimas partituras de un compositor excéntrico

20 de septiembre de 2008

 

Los genios siempre son excéntricos. No es una premisa que pueda ser considerada como verdadera, sin embargo los casos en que se ha combinado locura y arte existen. Basándose en esta idea, la directora Agnieszka Holland presenta en su película Beethoven, Monstruo Inmortal la faceta más peculiar del famoso compositor alemán.

Para reflejar esta característica, sólo necesitó concentrarse en los últimos años de la vida de Ludwig van Beethoven, justo días antes de revelar al público su mundialmente reconocida Novena Sinfonía. Sus temores, sus sueños y mirada del siglo que le tocó vivir son reflejados en 140 minutos de filme, en los cuales el espectador es trasladado, gracias a la actuación de Ed Harris, a los últimos momentos del artista.

Con licencia para crear

A Holland no le tiembla el pulso a la hora de jugar con las biografías. Siempre con el toque cinematográfico y estético en el primer puesto de sus prioridades, la cineasta no duda en adaptar el pasado de acuerdo a tal fin. Sus pretensiones no son las de hacer las veces de historiadora, sino la de transmitir con lujo de detalles la personalidad de su protagonista.

En ese sentido, crea un personaje ficticio representado por la actriz Diane Kruger, de nombre Anna Holtz, quien tiene la capacidad de sacar a la luz las más distintas caras de Beethoven. Bajo el argumento de ser la copista enviada por una universidad europea para ayudar al artista, la cineasta logra conectar las vidas de ambos personajes, hasta el punto de establecer entre ambos una estrecha relación. Con esto, altera la versión de los libros históricos, en la cual, esa labor de copiarle partituras al compositor estuvo a cargo de dos hombres.

 Asimismo, son cambiadas las condiciones de su audición, por cuanto Beethoven compuso sus últimas obras en un estado de completa sordera. En la película, aún se le muestra capaz de entender algunas conversaciones y su problemas para escuchar se presentan apenas en ciertos momentos claves de la trama.

Ambientando al compositor

Resulta imposible realizar una versión fílmica de un músico o de alguien relacionado con esa actividad, sin colocar como banda sonora sus melodías de mayor representatividad. Esta situación no la evade Holland, quien selecciona pasajes de sus sinfonías más importantes de acuerdo al momento dramatizado. De todos los fragmentos que son utilizados a lo largo de la cinta, destacan los once minutos durante los cuales se retrata la presentación de Beethoven de su Novena Sinfonía. En ese momento, Harris y Kruger son acompañados por el canto del coro y los instrumentos musicales, elementos rítmicos que confluyen y se convierten en un personaje invisible.

Otro papel destacado juegan las imágenes que adornan los lugares y los momentos. Por instantes, las escenas, casi siempre de tonos oscuros y blanquecinos, se asemejan más a cuadros que a ambientaciones de película.

Tampoco se guardan recelos a la hora de mostrar, en toda su riqueza, los teatros y los edificios que componen a la ciudad austriaca de Viena, ni tampoco los vestuarios típicos de la época.

El filme fue producido en conjunto por Estados Unidos, Reino Unido y Hungría.

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de josé court

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