18 de octubre de 2013
Como si no bastara con los Miss Venezuela que celebra Osmel Sousa cada mes, decidí organizar un concurso de belleza para microrrelatos. He aquí los ganadores. Láncenles ropa interior o tomates podridos según el nivel de agrado que despierten en ustedes.
Mister Peso Pesado: Fue un gran boxeador, pero perdió todos los combates por culpa de su miedo escénico.
Mister Crítico: Cuando halló el revólver en su chaqueta, alzó la cabeza y le dijo al autor: «¿En serio? ¿Otro minicuento con un revólver?».
Mister Excusas: «La tarea se comió a mi perro», le dijo a la maestra. Era cierto. Su mascota se había vuelto un ocho con las divisiones.
Mister Perseverante: Después de dar mil vueltas, por fin encontró un lugar donde estacionarse. Fue una pena que olvidara cuál era la diligencia.
Mister Trabajador: Tardó semanas en elaborar la chuleta perfecta, más tiempo del que habría necesitado para estudiar.
Mister Impuntual: La visión del futuro le llegó tan tarde que la tomó por un recuerdo y la desaprovechó.
Mister Severo: El linier le anuló el gol al ver su celebración adelantada.
Mister Psicopático: «Me gusta mirar a la gente mientras duerme», confesó el dinosaurio en un susurro. El psicólogo no se despertó.
Mister Terquedad: «Nada es imposible», solían decir sus padres. Se dedicó a la vagancia para demostrarles cuán equivocados estaban.
Mister Angustiado: Después de conocer la tasa de homicidios por armas de fuego en el mundo de los minicuentos, decidió mudarse.
Mister Humorista: Tras sortear diez mil dificultades, por fin tenía en su poder el último chiste de la humanidad. No lo entendió.
Mister Especulador: La vida no le dio limones: se los vendió con sobreprecio.
Mister Traficante: Lo detuvieron en la aduana por tener mariposas en el estómago. Fue encarcelado hasta que se le pasó el enamoramiento.
Mister Resaca: Amaneció con el pie izquierdo. El derecho todavía no había regresado de la rumba.
Mister Literal: Siguiendo al pie de la letra las reflexiones de Arturo Uslar Pietri, sembró petróleo. Un océano negro se tragó su casa.
Mister Poeta: «No tengo palabras para expresarte lo que siento», reconoció el enamorado. Le robó unas a Rubén Darío y se salió con la suya.
Mister Refranero: Tras cometer decenas de crímenes, se frotó las manos con emoción y murmuró: «No hay mal que por bien no venga».
Mister Ilusionista: «Para el siguiente truco, necesito que dejen de mirar los celulares», dijo el mago. Esperó un poco. Se marchó cabizbajo.
Mister Bradbury: El primer colono de Marte miró el punto azul del horizonte y gritó: «¡Adiós, mundo cruel!».
Mister Arquímedes: Le dieron un punto de apoyo, pero él ya no tenía ganas de mover el mundo.