Obsesiones cotidianas de posguerra

Zona de Miedo relata el día a día de un comando antiexplosivos estadounidense en Irak después de la guerra de 2003

El fenómeno de la guerra, con la incertidumbre y obsesión que genera en sus participantes, guarda poca relación con la épica y orgullo patrio del discurso militar. Bajo esta premisa, opera el filme Zona de Miedo de la directora estadounidense Kathryn Bigelow.

Centrado en las vicisitudes de un comando antibombas en el Irak posterior a la guerra de 2003, el thriller de Bigelow deja de lado la espectacularidad para darle paso a la crudeza de la cotidianidad. Así se observa en cada uno de los apartados de la película.

La trama se enfoca en los 38 días de servicio en Bagdad que deben cumplir tres marines estadounidenses: los sargentos William James y J.T. Sanborn y el especialista Owen Eldridge. De entre esos tres personajes, James, interpretado por el actor Jeremy Renner, es quien carga con el mayor peso actoral del filme. Es con la llegada de este personaje en sustitución del fallecido sargento Thompson como líder del grupo que se da inicio al desarrollo de la historia. Su obsesión por el riesgo y la adrenalina altera el normal funcionamiento del escuadrón y da pie a buena parte de las situaciones posteriores.

En ese contexto, los personajes de los actores Anthony Mackie (Sanborn) y Brian Geraghty (Eldridge) mantienen con su jefe una relación oscilante entre el enfrentamiento y el entendimiento.

Luego de la llegada de la nueva figura de autoridad, The hurt locker, nombre original de esta película, dedica el resto de sus 131 minutos a seguir en orden cronológico y lineal los problemas que deben afrontar los protagonistas, cuyas vidas parecen estar a punto de terminar en cualquier momento. Tanto el suspenso como la tensión acompañan al escuadrón antiexplosivos en cada uno de estos retos.

Aunque lo anecdótico predomina en los diversos obstáculos que el comando debe superar cada día, hay una serie de temas que persisten a lo largo de la pieza audiovisual. El relato se presta para reflexiones sobre el dilema de vivir en un ambiente inseguro, las consecuencias de alejarse del hogar, los sueños de paternidad y el afrontamiento del peligro como razón existencial.


Apariencia documental

En aras de ser realista y más allá de su bajo presupuesto, estimado en 11 millones de dólares, la cinta se esfuerza a la hora de recrear el mundo de sus personajes, ya sea a través de la ropa empleada por los actores, el manejo de la cámara, la escenografía o los efectos visuales.

El uso de la cámara constituye el recurso más empleados por Bigelow para darle armazón real a su obra. Y es que, mediante los movimientos ed este aparato técnico, se transmite la estética imperfecta y verídica de un documental.

Para la escenografía, no les fue necesario gastar recursos en ambientación, sino en traslado. Recurrieron a los paisajes de Jordania, una nación fronteriza con Irak, cuyas características geográficas fundamentalmente desérticas se asemejan a las del país vecino.

Con el vestuario también se refuerza la apariencia natural del país. Tanto los uniformes empleados por los personajes asociados a los soldados norteamericanos como la ropa de los naturales de la nación, reflejan el modo de vestir de ambos grupos.

Si bien la perspectiva real es lo predominante, Zona de Miedo se permite varias licencias. Por esta razón, en determinadas escenas de la cinta es posible observar efectos de manipulación del tiempo, con el fin de resaltar la intensidad de la huida de los protagonistas o la caída del casquillo de una bala.

La banda sonora alterna la música y el sonido ambiente con pasajes totalmente silentes. Las tres variantes se alternan de modo continuo a lo largo del largometraje y acorde a las necesidades narrativas de los realizadores.

Taquillera entre los críticos

The hurt locker se basa en las experiencias del guionista Mark Boal, durante su estadía en 2004 como reportero en la nación árabe. En ese período, compartió con un equipo encargado de desactivar explosivos. «Opté claramente por los efectos dramáticos en las decisiones artísticas», dijo en declaraciones dadas a The Washington Post, con lo que aclaró que no siempre se apegó en el guion a lo que vivió y le fue contado.

Se trata de la octava cinta en el repertorio fílmico de la cineasta nacida en California. Anteriormente, dirigió películas como El peso del agua (2001), K-19 (2002), Puntos de quiebre (1991) y Días extraños (1995). Igualmente, ha ejercido labores como guionista y en el ámbito de la producción.

En la taquilla, el filme de guerra no tuvo buena acogida. Según Reuters, la cinta ganó 15 millones de dólares cuando fue estrenada en junio del año pasado. Por el contrario, Alicia en el País de las Maravillas recaudó 208,6 millones en sus primeros 10 días, de acuerdo con los cálculos de Walt Disney Company.

No obstante, entre la crítica, este film fue evaluado positivamente, tal como lo corroboran los premios conseguidos. Obtuvo nueve Oscares el pasado 7 de marzo, entre los que destacan las premiaciones a Mejor Película, Mejor Director, Mejor Edición y Mejor Edición de Sonido. Asimismo, recibió estatuillas en el evento de la Academia de Cine y Televisión Británica (Bafta) por su dirección, fotografía y guion. En Venezuela, el largometraje fue estrenado el pasado 26 de marzo. Actualmente, los cines del país siguen teniéndolo en cartelera.

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de josé court

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