Sacrilegios de un escritor desconocido

20 de mayo de 2008

 

Lo confieso en definitiva. Soy un mal escritor, pues no he cumplido con los mandamientos tácitos. Me rebelo a este establishment (así, a lo gringo) de normas que, si uno no cumple, queda mal en el planetoide literario. Voy a confesarlo todo a los inquisidores de cuentistas, novelistas y lo que se medio parezca.

Número uno. No oigo jazz ni lo he pensado hacer. Sí, ya sé que me corresponde. Jamás escuché esa mixtura de saxofón y batería. Mi única referencia cultural se llama Encías Sangrantes y Jazzy y los Gatitos (gracias a Matt Groening). En cuanto a Armstrong y afines, esos artistas apenas los reconozco por referencias en Rayuela. Si alguien escucha estas melodías, bien por él, pero lo mío es otra cosa. Me pregunto qué cosa.

Número dos. Me falta una lista extensa de libros por leer. Todavía no le doy un mordisco al lomo de El Quijote. Aún no he leído nada de los “nuevos” Bolaño y Vila-Matas (nuevas modas de mi profesor de Taller). Desconozco los resultados de las plumas o máquinas de escribir (si es que disponían de ellas en su época correspondiente) de Chéjov y la de Maussapant, pese a conocer bastante de Poe y Lovecraft. He conocido de pasada las prosas de Borges y de García Márquez, sin tocar todavía las historias de Benedetti o las de Dostoievski. Me salva la literatura nacional, ahí voy mejor: Gallegos, Meneses, Liendo y otros más. Hago una salvedad: todavía no sé nada de la nueva generación local (aparte de mis tímidos escritos).

Número tres. Leí sin temor al reproche la vida, pasión y muerte (dejó de escribirse) de Harry Potter. También la trilogía de El Señor de los Anillos y la innecesaria travesía de Robert Langdon por Europa. No es original. Aún así sirve para pasar el rato o criticar a sus autores con envidioso (best-seller siempre leído por multitudes) y perverso placer.

Número cuatro y último. Me faltan veinte mil doscientas cincuenta y dos coma cincuenta y siete películas de calidad por ver. No hay prisa. Algún día completaré una cantidad decente de filmes que me permitan borrar este sacrilegio. Poco a poco, con Cine I y II creo que subsanaré esta falla. Sigo a merced de los docentes y preparadores, porque sólo me mostrarán las cintas que les gusten (así tengan vallenato de banda sonora). Luego seguiré poniéndome en la onda actualizada por mi cuenta.

Cuatro puntos, cuatro manchas. Con esta declaración definitiva no quiero ser el Dj Lutero de la Iglesia Literaria, sin embargo me deja con la conciencia tranquila. No insistan, no pienso retractarme de mis faltas. Así me excomulgen del círculo de escritores y todo. Por suerte, eso ni siquiera existe.

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de josé court

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